En los últimos años, algunas bodegas uruguayas han incursionado por nuevos caminos, además de continuar con la misma dedicación y elaboración con sus propios vinos. La grapa es un invento cultural y técnico de los italianos, siempre fueron ellos quienes la entendieron, apreciaron y bebieron como un producto de nobleza.
El término original “grappa” deriva del lombardo “grapa”, del piamontes “raspa” y del véneto “graspa”. Todos estos se refieren al remanente que queda en el fondo del barril: el bagazo, constituido por el hollejo o piel de la uva, las semillas y los cabos de los racimos. Todo esto se destila y así se obtiene un aguardiente también conocido como orujo.
Los destilados de orujo de las uvas son utilizados como un nuevo atractivo enológico. Los especialistas llevan a cabo una criteriosa selección de la materia prima proveniente de cada variedad para lograr grapas varietales: grapa moscatel, grapa tannat y grapa merlot, cada vez más apreciada por los cientos de turistas que año a año recorren las bodegas uruguayas buscando tesoros para llevar a su país de origen. La grapa, sin duda, es uno de ellos.