Si el cabernet sauvignon es el rey de las uvas tintas, la reina indiscutida de las blancas no es otra que la variedad chardonnay. Su origen es francés y se remonta a las zonas de Borgoña, Chablis y Champagne. Al Uruguay llegó para quedarse y de ella se obtienen excelentes blancos y champanes que merecen el rótulo de “exportación”. De ella nacen vinos blancos profundos y delicados, de notable persistencia. Su color amarillo y su aroma frutal remite a la manzana y a flores, y hay quienes sostiene con razón que esta uva blanca permitió incorporar la femineidad al mundo del vino.
Su maduración, de temprana a media, lo hace un vino con buen cuerpo, ideal para llevar a la mesa junto con pescados, carnes blancas y quesos de todo tipo.