El paseo ocupa un lugar con mucha historia para Piriápolis: está emplazado en lo que fueran los baños públicos y vestuarios (únicos en su momento en todo Uruguay) del primer hotel, inaugurado en 1905, años en los que Francisco Piria diseñaba y construía su ciudad ideal.
Luego, el predio se transformó en el Palacio de la Cerveza y posteriormente en el Cine Argentino. Por ello, los arcos que se erigen al frente de la actual feria funcionan como una suerte de ruina que nos transporta a tiempos antiguos, de alguna época dorada.
Al ingresar en la feria, los visitantes se encuentran con alrededor de cien puestos de artesanos uruguayos que ofrecen una enorme variedad de productos originales. Entre ellos se destacan accesorios (aros, pulseras, colgantes, hebillas y sombreros) y diversos productos de cuero, como billeteras, llaveros, carteras, zapatos y, por supuesto, mates.
En La Pasiva también hay artesanos que ofrecen una gran variedad de tejidos de lana e hilo y adornos para el hogar, como atrapa sueños o lámparas pintadas a mano.
Por supuesto que la feria (que es gratuita) también presenta atractivos para los más pequeños, ya que allí hay feriantes que ofrecen desde juegos de madera para chicos hasta armado de trenzas para chicas.
En la feria, abierta al público de jueves a domingo a partir de las 20 horas, se puede disfrutar, además, de muy buenos espectáculos musicales, de baile y para niños, como mimos, títeres o malabaristas.
La Pasiva resulta un paseo para que, una vez que el sol se esconde tras el mar de Piriápolis, toda la familia disfrute de una hermosa salida nocturna a la luz de las estrellas.
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