Una vez que continuamos nuestro viaje en bicicleta, ingresamos a la ciudad, recorrido que tiene como eje la Rambla de los Argentinos. El viaje nos permite observa, siempre a la derecha, la hermosa playa de Piriápolis, a la que se puede acceder por las diversas bajadas que permiten, además, descender con las bicicletas o bien dejarlas en la rambla.
Hacia la izquierda, lo primero que nos llama la atención es el magnífico Hotel Argentino, un imponente palacio (imposible no ingresar para conocerlo y tomar algunas fotografías en su interior) que anuncia, a la vez, nuestra llegada a la zona más poblada y con mayor movimiento comercial de la ciudad.
Los siguientes 500 metros son los que, de un lado, presentan las playas más populares (con canchas de vóley, fútbol y paradores para conseguir alguna bebida fría), mientras que frente a ellas surgen diversos negocios de servicios gastronómicos, venta de ropa y de souvenirs.
El viaje continúa hasta llegar al Hotel Colón, un pequeño castillo fundado en 1910 por Francisco Piria. Allí, podemos parar para observar la hermosa construcción o realizar algunos ejercicios físicos en los aparatos que se ubican frente a la playa.
Luego, el camino nos conduce hacia la entrada al cerro San Antonio. Mientras que los más osados pueden realizar su ascenso con las mismas bicicletas, también existe la opción de dejarlas estacionadas y subir con la aerosilla. En ambos casos, el objetivo es alcanzar su cima, ubicada a 130 metros sobre el nivel del mar, y una vista única de la ciudad.
Sobre el final del recorrido, se llega al hermoso puerto de Piriápolis, con sus vistosas embarcaciones, sus escolleras y el inconfundible faro.
Un lugar ideal para, luego de la travesía, detenerse a contemplar el paisaje, tomar unas cuantas fotografías y, ¿por qué no?, disfrutar de algunos de los frutos de mar que se ofrecen por la zona.