Paseos y excursiones:
Eran otros tiempos
Pablo Etchevers Jorge GonzálezUbicado en Colonia Suiza Nueva Helvecia, a 50 kilómetros de Colonia del Sacramento, encontramos el primer hotel de turismo que tuvo Uruguay. Obviamente, eran otros tiempos, en los que los turistas actuaban y pensaban distinto; sin embargo, la magia del lugar se mantiene intacta.
Basta con llegar a Colonia Suiza Nueva Helvecia para entender que existen lugares en el mundo que poseen brillo y magia propios, y que más allá de los mandatos que imponen las nuevas tecnologías, existen sitios que por su simplicidad resultan maravillosos.
Un lugar en el mundo
Tal es el caso de Nueva Helvecia, que se formó con la llegada de campesinos suizos llegados de la vieja Europa junto a inmigrantes alemanes, italianos y españoles que llegaron a mediados del siglo XIX con el propósito de levantar un país sin olvidarse de su propia filosofía de vida y costumbres.
Uruguay tenía eso que ellos estaban buscando: amplias posibilidades para establecerse basadas en tierras fértiles ideales para la siembra y la ganadería, a lo que se sumó un clima benigno. Todos estos elementos, junto con el esfuerzo y la pasión por el trabajo, hicieron de esta localidad un modelo, un verdadero ejemplo para las generaciones venideras.
El turismo empezó aquí
Distinto al que conocemos actualmente, el turismo comenzó en esta localidad y el lugar emblemático que se establece como hito es un hermoso hotel conocido hoy como Granja Hotel Suizo, que desde el año 1872 comenzó a albergar las primeras familias uruguayas y extranjeras que llegaban hasta estas tierras para iniciar “un descanso”.
Un amplio parque cuidado hasta el mínimo detalle con todo tipo de plantas y frutales de estación se encargaba antaño de aportar el marco para hacer sentir a sus huéspedes en otro mundo, igual que sigue sucediendo hoy, casi 140 años después.
En ese entonces, “descansar” pasaba por leer el diario o comentar las novedades, noticias y chismes de la época, charlar sobre cuestiones políticas y económicas y pensar el mundo en un clima de verdadera quietud. A nadie se le hubiese ocurrido ir a la playa con poca ropa y menos broncearse al sol, algo que era considerado nocivo.
Los tiempos cambian
Pero la esencia es la misma. El hotel posee la magia de aquellos años, pero cuenta ahora con una piscina olímpica inmersa en este hermoso predio, lo cual permite que el visitante disfrute de la frescura del agua y se relaje en el pequeño spa y sala de masajes que posee el lugar.
El parque, tan cuidado como en aquellos años, sigue invitando a la relajación, que se logra con tan solo cerrar los ojos y escuchar. Aunque parezca extraño, en este lugar los pájaros compiten por quién canta más y mejor cada día.
Pero si hay un sitio dentro del hotel que merece conocerse y que en forma inmediata nos traslada al pasado de la región es el restaurante-comedor: allí, colgadas en sus paredes aparecen las fotos más representativas que muestran al visitante cómo era todo en aquellos años.
Homenaje a Suiza
Rolf y su señora se encargan de todo y logran que cada uno de los presentes se sienta como un integrante más de esta linda familia de origen suizo. El menú es fiel al lugar: comida suiza. Realizada con las recetas originales de Europa, aquí es posible comer la mejor papa a la suiza de toda América y los mejores fondue de quesos y costillas de cerdo ahumado con salsas acarameladas de naranja y ciruela.
No por nada, decenas de visitantes se acercan en temporada para conocer el hotel y terminan quedándose a almorzar o cenar. Cuando cae la noche y las luces amarillas iluminan su frente, hay quienes se sientan en alguno de los bancos del parque para imaginar cómo era aquello hace tanto tiempo. Llegamos a la conclusión de que las cosas buenas son simples y sencillas, nunca cambian.
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Granja Hotel Suizo
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