La ciudad de Atlántida fue fundada en 1911, pero su población aumentó recién a partir del año 1939, cuando el italiano Natalio Michelizzi compró el total de las tierras que aún no estaban urbanizadas y poco a poco fundó los primeros hoteles de la zona. Eran tiempos en que Europa vivía su peor guerra y por ese entonces tanto la ciudad de Montevideo como la vecina Buenos Aires resultaban ideales para recibir inversiones del viejo mundo que querían huir de la guerra.
Natalio comenzó a desarrollar en Atlántida parte de lo que lo había fascinado en Europa. Una de sus creaciones es la obra El Águila, una estructura de piedra con cabeza de águila y cuerpo de delfín que actualmente es visitada por todos los turistas que llegan a Atlántida. Se trataba de “una casa con forma de águila para pensar y leer, simplemente”, así la definía su autor.
Al Águila al principio se la llamaba con otro nombre: “La quimera”. La verdadera intención de su autor era construir una capilla, pero este proyecto nunca se llevó a cabo. Así es que en forma artesanal y sin planos de arquitectos nació “La quimera”, obra cuyas paredes interiores fueron decoradas con tiburones, pulpos y algas.
En sus inicios, “La Quimera” fue el lugar de encuentro de Natalio Michellizzi y sus amigos, pero al morir Natalio el sitio comenzó a decaer y a deteriorarse. A partir de este momento, los lugareños comenzaron a hacer correr leyendas urbanas que envuelven al ahora llamada “Águila”. Desde un centro de energía cósmica hasta el templo de una extraña religión, otros dicen que allí se escondieron verdaderos tesoros e incluso que el lugar sirvió para espiar a los nazis en plena Guerra Mundial.
Hoy, el sitio es visitado por los turistas que se acercan a Atlántida, la mayoría de los cuales desconoce su historia.