Una construcción peculiar
El Águila, como la llaman los lugareños, fue en sus orígenes una casa, refugio predilecto de Natalio Michelizzi, pionero del balneario. Su proyecto fue realizado por Juan Torres con medios artesanales. Los enormes ojos son las ventanas de la sala de estar, desde la cual se observa directamente el mar abierto.
Es fácil sumergirse en la paz de este lugar al contemplar el horizonte a través de esos ojos, alejados del mundo, escuchando apenas el murmullo del mar.
Te llaman Quimera
Este fue el nombre con que se conoció en primera instancia la construcción del águila. Con el tiempo, la denominación cayó en desuso y pasó ser conocida por su apodo actual: el Nido del Águila.
El ave solitaria ha dado lugar a muchos mitos y leyendas, algunos preocupantes. Se decía en una época que su construcción había estado destinada a una capilla. También corrieron rumores de que fue por un tiempo guarida de contrabandistas y hay quienes llegaron incluso a creer que era un enclave nazi, una confusión debida a que Hitler tuvo una casa en los Alpes germanos llamada también Nido del Águila.
Un respiro
Basta con colocarse frente a ella y mirarla para que cada visitante obtenga lo que busca. Queda una impresión profunda en el ánimo, una sensación de haber escapado por un momento de la ciudad que nos acompaña diariamente.
Sin duda, este lugar místico constituye un imperdible para quien se acerca a la costa de Atlántida, en las playas de Villa Argentina.
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