Paseos y excursiones:
Fortaleza mía
Pablo Etchevers Pablo EtcheversLa Fortaleza no es otra cosa que un viejo fortín de guerra y logística que se encuentra dentro del parque nacional Santa Teresa, rodeado de palmeras, dunas y con una vista exclusiva sobre el océano Atlántico.
El lugar es grande por donde se lo mire, majestuoso podría decirse para empezar a hablar de una historia que incluye a portugueses, españoles, ingleses, piratas y criollos.
Lo primero que llama la atención es la altura de sus paredes y su color amarillo-ocre, que adoptaron por el paso del tiempo y por la cercanía del mar. Sus gigantes muros, sus torres de control y su enorme portón principal nos muestran a las claras que el lugar era por sobre todas las cosas un gran fuerte al que no se entraba si no se estaba invitado.
Ubicado en el parque nacional Santa Teresa, el fuerte comenzó a ser construido por los portugueses en el año 1762 y antes de que se terminara fue tomado como botín de guerra por los españoles, que luego de un tiempo lo finalizaron.
Se trataba de un lugar estratégico en el mapa de aquellos tiempos. Quien por entonces era virrey, don Pedro Antonio de Cevallos Cortés y Calderón, decidió que allí debía funcionar una enorme fortaleza que tendría por objetivo mantener el imperio español en la región.
Mantener el imperio
El objetivo se cumplió en el momento en que la construcción fue arrebatada a los portugueses, tras lo cual sufrió constantes disputas con todo aquel que la quiso conquistar. Luego de la Guerra Grande (conflicto ocurrido entre los países del Río de la Plata y las potencias internacionales con las que estos se relacionaban entre 1839 y 1851), el lugar pasó al olvido y la arena se encargó de enterrarlo. Fue abandonado a los designios del tiempo y recién en el año 1928, reconstruido para mostrarlo al turismo.
Para ello fue necesaria la intervención del arqueólogo Horacio Arredondo, quien comenzó las tareas de recuperación y de búsqueda de restos que pudieran hablar materialmente de aquellas épocas. Tuvo también el acierto de forestar la zona para que los médanos vivos no enterrasen con una tormenta de arena el inmenso tesoro y patrimonio histórico-cultural que hoy podemos apreciar a través de una visita.
Turismo para todos
Hoy, el visitante queda maravillado por lo que ve y por lo que le cuentan los guías durante las visitas que, más en verano, recorren el fuerte. Es posible ver desde los grandes muros que se encuentran unidos entre sí de manera perfecta para resistir disparos hasta las construcciones internas que la fortaleza esconde: una capilla, un polvorín, un pequeño museo y una colección de las armas que se usaban entonces.
Sólo hay que traspasar el gran portón que oficia de entrada para imaginarnos lo difícil que era llegar hasta allí para alguien que no era esperado o cuya visita no resultaba grata.
Hoy, a lo largo de todo el departamento de Rocha grupos de estudiantes de arqueología y antropología ven en la zona una cantidad extraordinaria de ejemplos para realizar sus salidas de campo. Desde los cerritos de indios (que eran los montículos donde los aborígenes enterraban a sus antepasados con sus pertenencias) hasta otros sitios históricos que el olvido dejó en el pasado.
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