Se sabe en el ambiente náutico que cuando el viento sopla fuerte y constante, lo mejor es buscar un puerto seguro, sobre todo si lo que se está navegando es un monstruo como el Río de la Plata. Desde mucho antes de su fundación, que se registró en 1831, las costas de Nueva Palmira, y sobre todo la desembocadura del arroyo Higueritas, servían para guarecerse de las inclemencias climáticas.
Las pequeñas ciudades que se erigían por aquellos tiempos por el río Paraná o Uruguay sabían que debían pasar por Nueva Palmira para así salir al ancho Río de la Plata, por lo que estas costas se vieron disputadas tanto por corsarios y piratas como por las autoridades leales al entonces rey de España (durante las épocas del Virreynato del Perú y luego del Río de la Plata).
Hoy, a siglos de aquellos tiempos, Nueva Palmira y su puerto siguen siendo el nexo entre el interior y el mundo; de este puerto salen incluso productos de países americanos que no tienen salida al mar, como Bolivia y Paraguay. Su ubicación geográfica instaura este lugar como “la puerta de entrada y salida del Cono Sur”, lo cual se aprecia en forma inmediata por los avances tecnológicos que se verifican en su zona portuaria.
No por nada muchos dicen que Nueva Palmira, además de tener el mejor puerto del interior del país, es la “capital de la hidrovía”, una cuenca fluvial que alberga los 3 grandes ríos (Paraná, Uruguay y el Río de la Plata) y a varios países de América del Sur (Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y, por supuesto, Uruguay).