Paseos y excursiones:
Al Polonio en camión
Florencia Pollack Florencia PollackPor seguridad, no está permitido que los vehículos particulares transiten sobre las enormes dunas. Empresas autorizadas se encargan de trasladarnos hasta el famoso cabo, nada menos que a bordo de un camión.

Un lugar de difícil acceso
Llegando al kilómetro 265 de la ruta 10, en el tramo que une los balnearios de La Paloma y Aguas Dulces, varias empresas que se dedican al transporte hacia el Polonio ofrecen sus servicios. Solamente puede hacerse el trayecto en los vehículos autorizados -apodados “camellos”- o a caballo. Para quienes optan por hacer el tramo en camión, la distancia se recorre rápido; el viaje es seguro y, a la vez, emocionante.

El Francés del Cabo
El primero en idear una forma práctica de acceder al cabo fue un personaje que al día de hoy se ha convertido casi en una leyenda: el Francés. Se cuenta que peleó en la Segunda Guerra Mundial y que al migrar a Sudamérica se asentó en el Cabo Polonio, un refugio de paz largamente anhelado.
En aquella época, sólo se accedía al cabo a pie o en un carro tirado por caballos. Ambas formas implicaban mucho tiempo y esfuerzo, y hacían muy difícil tanto la carga de alimentos como el transporte de personas.
El Francés había conocido en la guerra los grandes camiones capaces de surcar rápida y seguramente las dunas y decidió importarlos para conectar un poco más el cabo con la civilización. La empresa fue un éxito y hasta el día de hoy es el medio más utilizado para llegar al balneario.

El trayecto hacia el cabo
Las antiguas rutas por las que circulaban los colosos fueron delimitadas nuevamente cuando el Gobierno nacional declaró las dunas de Cabo Polonio Monumento Natural. A fin de cuidarlas, se estableció una ruta que va rodeando los médanos hasta el cabo.
El camión es escalonado y los jóvenes, parados en la parte superior, ríen y disfrutan de la emoción que da la velocidad del camión -que en realidad no va excesivamente rápido, pero levanta una enorme nube de arena tras de sí- y la perspectiva de estarse introduciendo en tierra salvaje, el sabor de la aventura.
Entre quienes van sentados en el centro reina un ambiente de camaradería; todo el mundo está encantado con la belleza de la naturaleza.

Hasta pronto
Luego de pasar el día en el cabo, la vuelta a casa es quizás un tanto melancólica. Dentro del camión apenas se escuchan murmullos apagados por el sonido del motor, un aire de solemnidad prevalece mientras los turistas se despiden de este oasis fuera del tiempo y del espacio.
Una hermosa puesta de sol les da la despedida y una promesa de volver a encontrarse alguna vez.
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