Nuestro guía, un Olivera
El proyecto está a cargo de la familia Olivera, que en una época poseía todo el terreno alrededor de la Laguna de Castillos. Hoy en día, en su sexta generación, Juan Carlos gestiona con dedicación el legado familiar y ha convertido el terreno que heredó en una verdadera reserva ecológica.
Cuando descendemos de la lancha frente a la entrada del bosque, nos recibe Marcos, otro miembro de la familia, que se ha formado en la ONG Provides para poder llevar adelante el proyecto del bosque de ombúes. Nos guiará por entre los árboles explicándonos detalladamente la vida del ombú y respondiendo a nuestras inquietudes.
"Es un grupo con intereses muy diversos", nos comenta con una sonrisa apacible a quienes estamos juntos en esta excursión. Algunos consultan acerca de los usos medicinales de las hojas y semillas del ombú, otros están en busca de insectos peculiares que se encuentran en esa zona o desean aprender más acerca de la madera de este árbol tan especial.
El árbol cambiante
Ocasionalmente, el ombú convive con el coronilla, otro árbol autóctono.
De pronto nos encontramos frente a una imagen impactante: los dos gigantes unidos en un abrazo, creciendo juntos desde hace años. Marcos nos habla entonces también de esta especie, que se encuentra sólo en un par de casos en el monte -recordemos que es prioritario el crecimiento del ombú. Él conoce el bosque como la palma de su mano.
Adentrándonos, nos encontramos con árboles que se fusionan -y nuestro guía explica esta paradoja exclusiva del ombú-, con lianas gruesas y largas que forman curvas pronunciadas y se unen al árbol por ambos extremos; “las lianas de diablo”. Los enormes huecos entre las raíces de los árboles, formaciones extrañas junto a los troncos -que resultan ser bacterias-, todo en el bosque plantea un sinfín de enigmas.
Despedida afectuosa
Al dar comienzo al camino de vuelta, se siente un poco de nostalgia, ya que se está muy bien dentro