Paseos y excursiones:
A pie por La Pedrera
Pablo Etchevers Pablo EtcheversDicen los que saben que la mejor forma de conocer un lugar es caminando. Y si hablamos de La Pedrera, el dicho es veraz. Hay que caminar para conocer este hermoso pueblito uruguayo.

Hace unos años, el balneario La Pedrera se convirtió en uno de los preferidos por quienes deciden vacacionar en el Uruguay. Los motivos sobran.
La diversidad de sus playas (hay de aguas mansas, con oleaje y hasta para surfistas) se combina con enormes rocas y un pueblo enclavado en un bosque cuya vegetación impregna de colores y aromas cada paso.
Claro que al hablar de La Pedrera resulta imposible soslayar su calle principal, que se inicia al ingresar al pueblo desde la ruta y finaliza frente a un gran acantilado sobre el mar. Allí se concentra, durante el día y la noche, la mayor actividad comercial del balneario. Esta arteria, sobre el final de la tarde, se transforma una hermosa peatonal a la que los veraneantes recorren una y otra vez.

Alrededor de las 20 horas, el público que circula por esta calle es un gran retrato del espíritu de La Pedrera. Matrimonios con bebés comienzan a ver cuál será el lugar elegido para la cena; adolescentes y jóvenes, descalzos y aún con sus trajes de baño, toman un yogurth o una leche chocolatada mientras algunos padres realizan sus compras en los mercados. En algunas de los bares o casas de té, los más atrasados terminan sus meriendas mirando el movimiento incesante.

Las construcciones que presenta la peatonal también son muy heterogéneas. Además de los negocios donde comprar alimentos, se destacan una gran cantidad de bares, que ofrecen menús prometedores sazonados con música y, para la noche, diversión asegurada.
Completan la oferta negocios con equipos para surfistas, casas para comprar pizzas o empanadas y hasta una vieja iglesia frente al destacamento policial.

La mezcla se completa con el Club Social La Pedrera que, en grandes pizarrones apostados sobre la vereda a la vieja usanza, exhibe su propuesta integral: cine para los niños (y el resto de la familia) a las 22 horas y fiesta para los más grandes después de la medianoche.
Mientras tanto, a pocos metros del club, un grupo de jóvenes despliega sus telas y enseña circo a los chicos que se animan a saltar y trepar.
Ya bien entrada la noche, la peatonal es patrimonio de jóvenes en busca de música, baile y diversión, una misión que les demandará varias horas. Tantas que verán, sobre el final de la peatonal, cómo asoma la luz del sol sobre el acantilado anunciando un nuevo día en este inigualable pueblo uruguayo.


© 2007-2025 Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos de Autor 675244 Ley 11723